Muy pocas veces pensamos en el tiempo que pasamos en nuestra oficina, mucho menos pensamos en la calidad del aire existente en ella. Pero deberíamos aprender cómo una buena calidad de aire puede repercutir en nuestra capacidad para pensar y nuestras habilidades para ejecutar eficientemente diversas actividades.

Por Jose Alejandro Gil Infante

Todos sabemos que el dióxido de carbono es nocivo para el ser humano y el planeta, ya que sus daños pueden generar desde eventos climáticos destructivos hasta efectos dañinos para nuestra salud, incluso la muerte. Lo que no sabíamos es que, estando resguardados dentro de nuestras casas, oficinas y cualquier espacio cerrado, este contaminante nos puede hacer aún más daño; afectando directamente nuestra capacidad para pensar y ejecutar tareas eficientemente. Es por ello, que en los ambientes cerrados debemos cuidar la calidad del aire, sobretodo en el ambiente laboral, para así promover nuestro bienestar y nuestro rendimiento en el trabajo.

La Organización Mundial de la Salud estipuló un límite de exposición al CO2 de 5.000 ppm para un período de trabajo de 8 horas, el cual se encuentra muy por debajo del límite mortal de 90.000 ppm en 5min. Aunque la concentración de CO2 en nuestras casas y oficinas es mucho menor a estos límites, igualmente es dañina para nuestra salud. Lo que no estamos tomando en cuenta, es que generalmente nuestras oficinas están ubicadas en grandes ciudades, en zonas industriales o en zonas adyacentes a carreteras y/o autopistas, donde las emisiones de este gas son generadas por las industrias o por los vehículos. Aunado a esto, también tenemos que estar conscientes de los mantenimientos, fumigaciones, remodelaciones y actividades diarias de cada uno de los edificios en los que nos encontramos.

Estudios recientes realizados por científicos de las universidades de Harvard y Siracusa indican que las personas que respiran dióxido de carbono en sus lugares de trabajo presentan mayor dificultad para la adquisición del aprendizaje, a la hora de ejecutar tareas sencillas y complejas y al tomar decisiones, afectando así su nivel de productividad laboral. Los científicos estudiaron a 24 trabajadores de industrias reconocidas de ingeniería, diseño y arquitectura, observándolos durante varios días en un período de 8 horas de trabajo en un ambiente simulado.  Durante la investigación, fueron modificando los niveles de CO2 a bajo, moderado y alto sin avisar a los trabajadores. Los investigadores se aseguraron de que hasta los más altos niveles fueran similares a los que se pueden encontrar en edificios de oficinas.

«Nuestro objetivo era asegurarnos de que estas simulaciones estuvieran vinculadas a entornos del mundo real», afirmó Joseph Allen, profesor asistente de T.H. Chan School of Public Health de Harvard, y coautor del estudio. «No queríamos probar lo exótico o extremo, queríamos probar las condiciones en las que la mayoría de nosotros nos encontramos».

Al final de cada día de experimento, los participantes recibieron tareas cognitivas que tendrían que resolver en 90 min para poder así, ser evaluados en sus habilidades de toma de decisiones. Los resultados mostraron una tendencia clara: A menores cantidades de CO2 mejores serán nuestras funciones cognitivas, habilidades para usar información y nuestras respuestas ante las crisis.  Los participantes respondieron 15% peor cuando fueron expuestos a niveles moderados y 50% más deficiente cuando los niveles a los que fueron expuestos eran altos (como los presentados actualmente en las grandes ciudades de México), en comparación a sus respuestas cuando fueron expuestos a niveles bajos de CO2.

Estos descubrimientos indican, desde una perspectiva sobre los cambios climáticos a nivel global que hemos venido observando en los últimos años, que los seres humanos vamos a tener impactos negativos en nuestro desempeño en la toma de decisiones, repercutiendo en nuestra productividad en el trabajo en un futuro no muy lejano.

Lo que solamente se va a poder contrarrestar si se empiezan a utilizar medidas preventivas y correctivas, como la utilización de filtros de aire para edificios que retengan partículas y gases, sembrando árboles y creando nuevas tecnologías para eliminar las excesivas emisiones que día a día van aumentando y disminuyendo nuestro tiempo en el planeta.

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